FUERZA DE LA DEMOCRACIA

FUERZA DE LA DEMOCRACIA es el medio público através del cual procuramos expresar el pensamiento político de la Asociación Sin Fines Electorales, que en REPÚBLICA DOMINICANA nos congrega , bajo la denominación de FUERZA DE LA DEMOCRACIA ¡Por la Democracia Grande!, libres de otras ataduras distintas a la promoción de la DEMOCRACIA como paradigma de Sistema de Estado que asigna la responsabilidad de su destino a los pueblos mismos.

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Lugar: santo domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

miércoles, 10 de junio de 2015

PROVINCIAS Y SENADORES

LA DEMOCRACIA ES LA FUERZA QUE IMPULSA EL ORDENAMIENTO DEL EQUILIBRIO, LA JUSTICIA, LA PAZ Y EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE LA VIDA EN SOCIEDAD


DEMOCRACIA ELECTORAL, PROVINCIAS Y SENADORES
Cada vez que en nuestro país se abren los diálogos públicos sobre alguna modificación atinente a la red que cubre la administración de de nuestra estructura social políticamente organizada en provincias, municipios y distritos municipales (además de un Distrito Nacional que es a la vez Capital de la República), surgen cientos de voces alarmadas hasta el escándalo religioso, decididas a condenar hasta al mismo Dios cuando al comparar con otros países, se verifica que el número de territorios geográficos y demográficos desde ya supera en mucho el de otras naciones cientos de veces mayores en demografía y geografía.
Por ejemplo, suele citarse el caso de Canada, cuyo territorio, unas doscientas veces mayor que el de República Dominicana, cuenta en su división política interna con solo diez provincias, frente a las trentaidos en las que se encuentra dividido Nuestro País, lo mismo que al comparar con La China, que contando con Mil Cuatrocientos Millones de habitantes, se halla dividida en 22 provincias.
Miserable comparación, falta de profundización política, histórica y social en general, propia de imaginaciones descabezadas. Si estas comparaciones fueran válidas, solo valdría que fuéramos considerados como un atolón sin más interés que el de la presencia de alguna base de investigaciones antropológicas sobre la historia taína.
¡ Este cohete !. Nuestra división política interna cuenta con su propia historia, sus propias razones, su propia esencia más allá de los fonemas y lexemas españoles referidos a provincias, municipios y demás separaciones, no somos caricatura de nadie, somos una organización territorial dividida en dos países política y geográficamente independientes, donde nos acomodamos en paz veinte millones de habitantes, con nuestros problemas, nuestro futuro definido y nuestros derechos a dividirnos como mejor le convenga a la lógica de nuestras realidades sociales.
Los nombres de las divisiones pueden modificarla los escritores, poetas y lingüístas, en estados, prefecturas, provincias, cantones, cacicazgos, reinos, imperios, etc.., sin embargo, nuestras necesidades administrativas y políticas, fundadas en el estilo de nuestras concepciones de la democracia interna que nos damos, hace necesaria y nos conviene mantener y hasta aumentarlos cuando fuere de lugar, nuestros propios modelos en nuestra red de división social y administrativa.
Al caso bien le viene la necesidad de convertir la Provincia Santo Domingo, no en dos provincias sino en tres, de modo geográfica y socialmente lógica.
Así mismo, sus representaciones en el consenso democrático que nos damos, bien les valdría, lo mismo que al Distrito Nacional, contar cada uno con dos senadores, lo mismo que las pobladas provincias de Santiago de los Caballeros, La Vega, Puerto Plata, San Cristóbal y San Pedro de Macorís, con lo cual resolveríamos la lógica democrática que garantizaría, casi con toda seguridad, que nunca más contaríamos con un Senado cubierto por representantes de único partido político a pesar de que contáramos con un partido que obteniendo la mayoría de las votaciones nacionales, no cuente con representación alguna en dicho Senado, como es, precisamente, el caso actual, en el que una aprobación nacional de cerca del cincuenta por ciento, no fue suficiente para que el PRD, lograra contar con una representación senatorial.
Sin embargo, no es esta lógica accidental, más de una vez ocurrida en nuestra historia republicana reciente, la más importante de las que nos mueve a considerar las conveniencias harto razonables de aumentar la representación popular en nuestro Congreso Nacional, más importante es la garantía que ello significa en cuanto a la probabilidad de incrementar el peso de la diversidad democrática en el pensamiento.
Ahora, bien, el desigual crecimiento de la economía dominicana de los últimos cincuenta años, fundado en la abundancia de mano de obra extranjera muy barata que ha permitido, a la misma vez, el desarrollo sostenido de la agricultura en la que se apoya la oferta de alimentos a precios bien competitivos lo mismo que el desarrollo de las Zonas Francas, nos ha colocado también en una situación de deformación de la democracia y sus mecanismos electorales.
El precio por pagar por la compra de un proceso electoral, le viene quedando ya por debajo a las capacidades de cualquier colusión de intereses dispuestos a corromper completamente la voluntad auténtica de la población electoral.
Tres millones de votos, por ejemplo, si se dispuesieran a ser empujados de modo tajante, por una compulsión mafiosa, no costarían más de diez mil pesos por cabeza, en cuyo caso el costo total ascendería a unos 30 mil millones de pesos.
Las especulaciones rodantes por los corrillos políticos nacionales, refieren que el presupuesto de las pasadas elecciones nacionales, asumidos por un sólo partido, habría alcanzado, -a cálculo de gallero rural-, a unos 200 mil millones sin contar las inversiones personales de los interesados particulares.
Esta es una de las circunstancias que obligan a nuestro sistema de responsabilidades electorales, a asirse a un sistema congresual numeroso en el que se incremente la fuerza de la diversidad de pensamiento, aumentando de tal modo la posibilidad de conocer la disidencia ideológica, la resistencia al Estado de Cosa Única.
Es por ello que no valen comparaciones insulsas al concebir la ampliación en el número de nuestros legisladores, no importa cuan odiosos resulten sus privilegios, los que, no obstante, hoy quedan bien por debajo del peso de las responsabilidades ciudadanas al que tienen acceso como funcionarios de Estado.
Este asunto es complejo, está corrompido al máximo y solo nos resta ser cada vez mejor representados en un sistema llamado a considerar cada cual que la medida del crecimiento social está fundado en el crecimiento de las oportunidades de ampliación de los recursos económicos.
Bajo los mismos criterios de ampliación de la base democrática de la representación, consideramos oportuno que dos Senadores sean aportados en representación de las minorías electorales, los cuales serían escogidos siguiendo un orden de prelación basado en los resultados electorales de los partidos menos votados lo mismo que ha de hacerse con respecto a un número de diputados calculado siguiendo fórmulas que privilegien las minorías electorales.

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