LA TC 168-13: CARTUCHAZO POLI-CRIMINAL
LA DEMOCRACIA ES LA FUERZA QUE IMPULSA EL ORDENAMIENTO DEL EQUILIBRIO, LA JUSTICIA, LA PAZ Y EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE LA VIDA EN SOCIEDAD
Más allá de la reducción del número de votantes hijos de haitianosdescendientes, residentes en los bateyes depauperados hasta los extremos de la indigencia, malvivientes, situados en el vórtice de la máxima vulnerabilidad económica y social, sin embargo, estadísticamente capaces de inclinar con su voto una tendencia muy cerrada en los certámenes políticos locales y nacionales, algunas otras variables cargadas de trascendencia económica y social importantes, resulten arrastradas por esta genial red de tramayo de aguas mansas, de bahía desprotegida.
Los obreros haitianos, cuyo número estimado por los propios cazadores francotiradores antihaitianos habituales, en alrededor de un millón, quienes se ocupan de realizar las labores menos reclamadas por la mano de obra dominicana, dadas sus condiciones legales, sociales y económicas, rinden sus labores en condiciones de contrataciones generalmente soportadas sólo en hechos de palabras, soportados en la voluntad y necesidad de sus empleadores de contar con esa mano de obra más barata, más dócil y libre de obligaciones basadas en las reivindicaciones propias de las disposiciones legales correspondientes a nuestro código labora y las obligaciones fundadas en convenciones internacionales aplicables al trabajador regularmente contratado.
Los beneficios aprovechados por las relaciones que fundan los derechos a beneficiar por cuenta del capital de trabajo, en estos momentos suelen conculcarle a los haitianos los beneficios y derechos convencionales propiamente consignados por la ley para el trabajador dominicano regular, como son los derechos a prestaciones económicas indemnizatorias por cesantía, preavisos, seguros de salud y de vida, bonificaciones, etc.
Ante la posibilidad de que la regulación legalmente formal de los trabajadores haitianos termine favoreciéndolos en cuanto a la formalización y demanda de aplicación efectiva de dichas prestaciones laborales, los patronatos y asociaciones de empleadores, han iniciado una pertinaz labor de presiones propagandísticas contra las prestaciones y derechos laborales adquiridos, para que las mismas sean arrancadas de cuajo del código laboral vigente de modo que los trabajadores que terminaran formalmente "regulados", como extranjeros o dominicanizados, no tengan que entrar, sin embargo, a las nóminas de prestaciones económicas reservadas a los trabajadores regularmente contratados, sin embargo, si quedaría en la obligación de cotizar en el marco de las obligaciones propias del sistema de seguridad social, como el seguro médico y demás contratos de la seguridad social como los planes de pensiones y seguros médicos.
La Ley de Naturalización operará con la calma de los sustos y miedos propios de los trabajadores dominicanos haitianodescendientes, acostumbrados a dudar y desconfiar de todo lo que viniendo de los Gobiernos dominicanos y sus tradicionales sistemas de propagandas tramposas, puesto en vigencia a todo vapor en los últimos meses, le ofrezca algún servicio de beneficio aparentemente gratuito. Finalmente, de los que han sido desnacionalizados, muy pocos quedarán rehabilitados a tiempo para votar en la próxima contienda electoral y muy pocos serán los que logren regular su condición laboral como inmigrantes, antes de un par de años.
Más allá de la reducción del número de votantes hijos de haitianosdescendientes, residentes en los bateyes depauperados hasta los extremos de la indigencia, malvivientes, situados en el vórtice de la máxima vulnerabilidad económica y social, sin embargo, estadísticamente capaces de inclinar con su voto una tendencia muy cerrada en los certámenes políticos locales y nacionales, algunas otras variables cargadas de trascendencia económica y social importantes, resulten arrastradas por esta genial red de tramayo de aguas mansas, de bahía desprotegida.
Los obreros haitianos, cuyo número estimado por los propios cazadores francotiradores antihaitianos habituales, en alrededor de un millón, quienes se ocupan de realizar las labores menos reclamadas por la mano de obra dominicana, dadas sus condiciones legales, sociales y económicas, rinden sus labores en condiciones de contrataciones generalmente soportadas sólo en hechos de palabras, soportados en la voluntad y necesidad de sus empleadores de contar con esa mano de obra más barata, más dócil y libre de obligaciones basadas en las reivindicaciones propias de las disposiciones legales correspondientes a nuestro código labora y las obligaciones fundadas en convenciones internacionales aplicables al trabajador regularmente contratado.
Los beneficios aprovechados por las relaciones que fundan los derechos a beneficiar por cuenta del capital de trabajo, en estos momentos suelen conculcarle a los haitianos los beneficios y derechos convencionales propiamente consignados por la ley para el trabajador dominicano regular, como son los derechos a prestaciones económicas indemnizatorias por cesantía, preavisos, seguros de salud y de vida, bonificaciones, etc.
Ante la posibilidad de que la regulación legalmente formal de los trabajadores haitianos termine favoreciéndolos en cuanto a la formalización y demanda de aplicación efectiva de dichas prestaciones laborales, los patronatos y asociaciones de empleadores, han iniciado una pertinaz labor de presiones propagandísticas contra las prestaciones y derechos laborales adquiridos, para que las mismas sean arrancadas de cuajo del código laboral vigente de modo que los trabajadores que terminaran formalmente "regulados", como extranjeros o dominicanizados, no tengan que entrar, sin embargo, a las nóminas de prestaciones económicas reservadas a los trabajadores regularmente contratados, sin embargo, si quedaría en la obligación de cotizar en el marco de las obligaciones propias del sistema de seguridad social, como el seguro médico y demás contratos de la seguridad social como los planes de pensiones y seguros médicos.
La Ley de Naturalización operará con la calma de los sustos y miedos propios de los trabajadores dominicanos haitianodescendientes, acostumbrados a dudar y desconfiar de todo lo que viniendo de los Gobiernos dominicanos y sus tradicionales sistemas de propagandas tramposas, puesto en vigencia a todo vapor en los últimos meses, le ofrezca algún servicio de beneficio aparentemente gratuito. Finalmente, de los que han sido desnacionalizados, muy pocos quedarán rehabilitados a tiempo para votar en la próxima contienda electoral y muy pocos serán los que logren regular su condición laboral como inmigrantes, antes de un par de años.
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