FUERZA DE LA DEMOCRACIA

FUERZA DE LA DEMOCRACIA es el medio público através del cual procuramos expresar el pensamiento político de la Asociación Sin Fines Electorales, que en REPÚBLICA DOMINICANA nos congrega , bajo la denominación de FUERZA DE LA DEMOCRACIA ¡Por la Democracia Grande!, libres de otras ataduras distintas a la promoción de la DEMOCRACIA como paradigma de Sistema de Estado que asigna la responsabilidad de su destino a los pueblos mismos.

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Lugar: santo domingo, Distrito Nacional, Dominican Republic

domingo, 13 de abril de 2014

EL DAÑO HA ESTÁ HECHO

LA DEMOCRACIA ES LA FUERZA QUE IMPULSA EL ORDENAMIENTO DEL EQUILIBRIO, LA JUSTICIA, LA PAZ Y EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE LA VIDA EN SOCIEDAD


El absoluto se sentó en la poltrona de la iniquidad jurídica en ofensa de la democracia y la fe en los actos racionales de los hombres a quienes se les entrega su sustentación: nada ni nadie podrá reparar los daños atribuibles al estropicio 168-13 cagado por el Tribunal Constitucional. Un conjunto maloliente de eufemismos pseudo-jurídicos y deformaciones semiológicas e históricas, fue dejado sobre el blanco del alfombrado nuevo de nuestro sistema judicial.

Nada ni naiden podrá ya reparar el daño provocado sobre esta sociedad dominicana afectada por una serie de incidencias históricas y materiales que por siglos han devenido en desiguales relaciones de confianza entre los pueblos dominicano y haitiano. El fenómeno económico que ha incidido en el natural sentido dialéctico de las relaciones allanadas por el respeto y advenimiento social mutuos que durante los últimos años han caracterizado las relaciones entre los criollos haitianos y dominicanos, ha generado una interrelación armónica y pacífica, activada funcionalmente a través de la interfase formada por el continuo mestizaje haitiano-dominicano sustentado en el sincretismo cultural biunívoco y el reconocimiento y aplicación oficial de las leyes constitucionales sobre migración y nacionalidad.

Hoy, una caprichosa y desaforada conjunción de esfuerzos políticos de mala santidad electoral, han coincidido en colusion material para desconocer la capacidad electoral de los dominicanos hijos de varias generaciones de ciudadanos haitianos, valiéndose para ello de los más truculentos retorcidos aplicados a la Ley Constitucional y creándole al Estado Dominicano una situación de confrontación contra todo el mundo en todos los consensos internacionales.

Pero nada de ello pudiera ser tan peligroso y dañino para la Nación Dominicana como bien pudiera ser el resentimiento creado en el sentimiento acumulado en la imaginación volátil de los jóvenes dominicanos afectados por la desconsideración y el escarnio y sufrimiento que están viviendo tanto dentro de nuestro propio territorio como fuera de nuestro país ante el incierto estado jurídico al que han pasado como ciudadanos sin patria reconocida en el que actualmente viven.

Nadie puede dudar de que los resentimientos generados por tan violento estupro de la confianza jurídica, psicológica y moral que hoy sufren los ciudadanos dominicanos descendientes de ciudadanos haitianos, terminen acumulando tanta presión sentimental y patriótica, que un día cualquiera conozcamos de algún agrupamiento dirigido al reclamo violento de los derechos conculcados y el daño infligido sin miramientos hacia ninguna ruta que conduzca a pensar en propósito sano alguno.

Ojalá nunca tengamos que arrepentirnos de tan gran abuso. Ojalá que la reparación que intenta el Presidente de la Nación, Don Danilo Medina, esté dirigido con el mejor sentido de respeto al sentido de Estado, a echar hacia atrás con valentía el desastre provocado por el Tribunal Cosntitucional.

La Asamblea Nacional Constituyente debe ser convocada a reparar la facultad de "Cerrador Constitucional" aparentemente concedido al Tribunal Constitucional para evitarnos definitivamente que la sensación de todopoderoso que invade los caprichos de sus componentes, sea enderezado y puesto definitivamente en el el poder constituido que emana de la voluntad libre del pueblo, la Asamblea Constituyente, de tal forma que sea puesto en lugar correspondiente su poder y no pueda verse jamás entorpecido ni violentado por caprichos e irresponsabilidades aposentados en cualquier otra instancia.

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