ELECCIONES POR CIRCUNSCRIPCIÓN: UNA TRAMPA
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LA DEMOCRACIA ES LA FUERZA QUE IMPULSA EL ORDENAMIENTO DEL EQUILIBRIO, LA JUSTICIA, LA PAZ Y EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE LA VIDA EN SOCIEDAD
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Cuando las franquicias políticas que ostentan la primacía en los conteos electorales, logran equilibrar la fortleza de su militancia entre los arreglos geográficos denominados circunscripciones, el distanciamiento de las posibilidades de distribución de los escaños disputados queda enteramente a merced de los partidos con los mayores números de preferentes que lo votan, contraviniendo el sentido de los más modernos y equilibrados principios de la distribución democrática de la representación de las minorías.
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.No obstante, uno de los escollos más trascendentes opuestos a la dilucidación de estos inconvenientes, es la incomprensible pasividad frente a este hecho exhibida por todos y por cada uno de los movimientos políticos organizados que suelen participar en los procesos comiciales celebrados tras la conquista de los escaños legislativos y municipales.
Ya sea que vayan sólos, unidos en grupos de partidos emergentes, o unidos a partidos tradicionales, el acutal método de distribución, sus probabilidades resultarán siempre afectadas de modo negativo.
Cuando los escaños disputados entre todos los partidos, son distribuidos siguiendo el arreglo del modelo que organiza las Circunscripciones Electorales, la inminencia de que los elegidos resulten ser todos escogidos entre sólo los postulados por los partidos mayoritarios, es inevitable, ya que, en cada circunscripción, siempre serán los mayores quienes alcanzaran los números límites de la distribución, cerrando así el paso a la posibilidad de las minorías de alcanzar un escaño. . .
Sinembargo, si el método utilizado para la selección de los candidatos reconocidos como electos, partiera de una Cifra Repartidora, capaz de ser ajustada a una distribución con criterios de democracia que procuraran convertirse en modelos democráticos orientados a incluir intencionalmente a las minorías en las tomas de decisiones legislativas, que quisiera hacer valer los aportes y demandas de las representaciones de las minorías, ese modelo de repartición se modificaría de manera elemental, con sólo modificar un índice un índice aritmético contenido en la fórmula vigente actualmente, sin mayores trastornos en la aplicación de sus cálculos.
Talvez se precise de exponer algún simple ejemplo, ya que el votante común no suele detenerse a cuidar estas minucias aparentes como tapoco lo hacen, por una u otra razón en la que se apoye tal descuido de los afectados, las organizaciones concernidas por estas limitaciones de las oportunidades de representación que nos brinda la democracia. . .
Valga, pues, el ejemplo que exponemos a continuación: En espacio electroral como una provincia en la que votaran 100,000 (cien mil) electores, en el que estuvieran en disputa unos cuatro escaños congresuales, si dicho espacio electoral fuera dividido en cuatro objetos electorales, entonces, si un mismo partido obtuviera el triunfo en los cuatro espacios electorales citados, toda la representación congresual seria absolutamente del partido vencedor.
Sinembargo, si la provincia estuviera dividida en dos circunscripciones, y las votaciones separadas en ambas, fueran muy cercanas entre los partidos mayoritarios, entonces, cada uno alcanzaría un representante por cada circunscripción, dos cada uno, variando radicalmente la composción de la representación congresual. . .
Ahora, veamos la tercera opción, si se tratara de una sóla circunscripción, en la que el partido que obtuviera la mayor votación alcanzara unos cuarenta y cinco mil votos, el segundo alcanzara unos trenta mil votos, el tercero unos 20 mil votos y el cuarto, unos cinco mil votos, con un sistema de conteo sin división por circunscripciones, y siguiendo, sinembargo, el modelo de reparto proporcional aplicable en este momento, el primer representante sería seleccionado del partido que resultara enlistado como el mayor votado, el siguiente representante correspondería segundo mayor votado, el tercero, correspondería también al mayor votado, mas, el cuarto representantes correspondería al tercero mayor votado. . .
Como ha de observarse, no se amerita mucha discusión ni explicación de mayor calidad científica o matemática para comprender que la distribución por circunscripciones, si no es objetivamente pulida, viene a ser nada menos que una rugosa celada en la que caen ingenuamente los partidos de menor poder beligerante para acceder a los espacios y medios masivos de expresión, contrariando las más racionales proporcionalidades que los modelos democráticos ponen a consideración de la fé misma en este sistema nuestro de expresión democrática harto difusa, pero cuyos mecanismos de selección de las representaciones que lo sustentan cuentan con una elástica racionalidad capaz de ser ajustada a los marcos lógicos de una distribuión de la representación Democracia más flexible, eficaz y auténtica. . .
El ejemplo hasta aquí expuesto, guarda referencias históricas inmediatas muy señeras, como decisivas y francamente traumáticas, de resultados aplastantes e mal representativos ocurridos en nuestros procesos comiciales recientes.
En el año 2002, los resultados electorales arrojaron una relativamente escasa diferencia de votos entre el PRD y el PLD, sinembargo, casi todo El Senado: 28 senadores, le correspondieron al PRD, sólo porque este partido se alzó con la mayoría relativa practicamente en todas las provincias, resultado que, no obstante la escasa diferencia relativa entre los totales nacionales de las votaciones, propiciaría una extremadamente desbalanceada proporción de la representación nacional en El Senado dada esa discreta distribución propiciada por el sistema electoral vigente. . .
Una salida viable que garantizaría una distribución mucho mejor proporcionada, sería la asignación de por lo menos dos senadores en aquellas provincias más pobladas, lo cual acercaría considerablemente la probabilidad de una racionalización efectiva en la representación senatorial.
La denunciada numerosidad de la composición de nuestro régimen legislativo, según nuestras consideraciones, no es más que un modo de facilitar la capacidad para presionar y conducir las decisiones de nuestro poder legislativo por parte de las fuerzas que imponen los hechos a los derechos.

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