PANDEMIA Y RACIONAL ADMINISTRACIÓN ECONÓMICA DEL ESTADO

LA DEMOCRACIA ES LA FUERZA QUE IMPULSA EL ORDENAMIENTO DEL EQUILIBRIO, LA JUSTICIA, LA PAZ Y EL CRECIMIENTO COLECTIVO DE LA VIDA EN SOCIEDAD

Por muy simpática y musical que resulten los auxilios económicos a los que con justo y solidario equilibro acude El Estado a paliar frugalmente las urgencias de alimentos y algunas otras necesidades perentorias ante la rutina doméstica, familiar, prácticamente urgidas por la depauperada población dominicana, la masiva, la sometida a la indefensión pública propia de nuestro sistema laboral y productivo capitalista, la realidad cierta, ciertísima, es que los ahorros públicos, que no son otra cosa que los rendimientos acumulados de los mismos esfuerzos obreros, difícilmente puedan complacer las demanadas de las necesidades inmediatas y rutinarias de esa masa laboral, en materia de alimentos, salud, educación y relacionamiento familiar oportuno. El Estado Nacional Dominicano, con sus fuentes de recaudaciones dramáticamente diezmadas como todo el aparato productivo fundamental, desde la industria del turismo, el transporte, los efusivos ingresos generados por la laborqntía migrante, las contribuciones desde las Zonas Industriales, etc.

 Así vista la tácita verdad social y económica dominicana, los disminuidos compromisos por gastos de importaciones como los de los combustibles, que resultan uno de los compromisos más onerosos del Estado, implican unos inesperados ahorros que muy bien han de hacerse valer igual a favor las asistencias lógicas a la obrería nacional, la que genera la producción, las riquezas del sistema.

Sería una insensatez pretender que no sean aprovechados esos ahorros para suplir los huecos de las recaudaciones fiscales regulares. La administración regular de El Estado tiene la oportunidad de sustentar en dichos ahorros el posible equilibrio de las arcas oficiales. Bendecido será el pueblo dominicano si como cuentan los informes económicos internacionales, las recaudaciones por beneficios de la actividad minera aurífera, de cierto resultaran tan generosas como se anuncian.

Todo el desenvolvimiento económico de nuestra administración económica oficial aparecería como un milagro divino si se cumplieran las predicciones anunciadas, pero malditos serían si se equivocara y no aprovechara la prevista bendición en morigerar las más sensibles miserias populares estremecidas por las condiciones biológico-sanitarias provocadas por esta endemoniada pandemia.

Mal hacen los profesionales, políticos y pensadores intelectuales dominicanos que se atreven a reclamar que no se reconviertan las ventajas esperadas de los negocios mineros y de las importaciones de combustibles, en beneficiar la asistencia pública a la gran masa obrera que genera las riquezas plusvaloradas con sus esfuerzos y entregas a la producción capitalista nacional.

Torpeza neta la de políticos  descabezados incapaces de reconocer la urgencia de asistir las urgencias populares y la reconstrucción de nuestro sistema productivo en general. Todos los ahorros florecidos como dicha incidental derivada de las convulsiones geopolíticas mundiales han de servir para reajustar las penurias de las masas heridas por este catastrófico accidente viral coronado de miserias, dolor y muerte.